Durante esta temporada hemos visto como los diseñadores e interioristas más importantes se decantan por colores limpios y pasteles que evocan frescura y optimismo.
La clave, según los expertos, es combinar colores en un mismo espacio, teniendo en cuenta además las telas y complementos de la habitación.
Las maderas claritas como el pino o haya pueden combinar muy bien con tonos azules y verdes pastel. Por otro lado, los tonos rositas, malvas o morados tienden a aportar tranquilidad al espacio de los más pequeños.
Si elegimos otros tonos más brillantes o metálicos, en esta misma gama de colores, conseguiremos un efecto más creativo y original que combinan frescor y energía.
Los tonos cálidos, como el vainilla, gris, naranja o beige, aportan un toque de elegancia y sensación de calidez a las habitaciones. En combinación con textiles o complementos más fuertes le dan un toque moderno, sin romper la armonía del espacio.
De hecho, la ventaja de los tonos neutros es que facilitan el cambio en el mobiliario o los complementos, según el niño se vaya haciendo mayor.
Recuerda que antes de decidir el color de la habitación será importante tener en cuenta las pautas de la luz a lo largo del día, el color del mobiliario y estilo final que prefiramos.
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